
Aun con el asfixiante sol andino, ella se atreve a florecer. No le importa si con ello agotará sus últimas existencias y su orgullo juvenil: solo advierte con su belleza boreal y deslumbra mis ojos sollozos.
No volverá, es un hecho, no volverá, pero su mirada cautiva, tanto como su brillo tenaz, permanecerán en mí, junto a mis anhelos.
Ella es, es ella: No podrá haber otra que sin esperar algo a cambio llegase a regalarme su ternura, aunque ahora calle, y yo aun crea que una segunda vida nos dará la oportunidad de florecer tras barrer nuestras sombras.
2011/12/19. San José de Baños,
puna de Huaral.
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