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De un libro de Ciro Alegría


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“El drama de la América indohispana”


… Se trata del origen del ojo de agua de Aguadilla


Dícese que en los días iniciales de la colonización, cuando los españoles comenzaron a esparcirse en la isla siguiendo los trillo de los nativos, uno de ellos arribó a lo que es hoy la ciudad de Aguadilla. El conquistador enamoróse perdidamente de la hija del cacique del lugar, india joven y hermosa, de ojos negros y tiernos hasta el estupor y elástica y trigueña desnudez aprendida de las lianas y la tierra. La muchacha se enamoró también, pese a que estaba comprometida con el mejor guerrero de la tribu, hábil como ninguno en menesteres de arco y flecha. El padre celaba a la hija por antagonismo al invasor y el novio por lo mismo y tener el corazón comido por los celos. La vigilancia era constante en torno a ella y los amantes no podían encontrarse. Hasta que un día se dieron cita para el alba, hora en que los indios estarían dormidos. Y muy de amanecida, apenas el radiante sol del trópico comenzó a empenachar de luz las palmeras, la muchacha india fue hacia el conquistador, que la encerró en el arco ansioso de sus brazos. Pero el novio indio velaba a lo lejos y, pese a la distancia, diestro como era, disparó a la infiel un flechazo que la hirió en medio pecho. Mientras agonizaba, la joven india lloró y el conquistador también lloró. Y de la conjunción de ese llanto, nació el ojo de agua que corre hasta hoy día…


Leyenda densa de símbolos, entre los cuales me parece más claro el de la amanecida de una nueva época en la cual una Malinche sin fortuna llora su amor agónico y hace llorar también a quién lo provocó. Representa igualmente la continuidad de dos épocas unidas por una conquista dolorosa y un amor más doloroso todavía. El drama de la América indohispana late en tal historia…


Ciro Alegría, fragmento de “Sueño y verdad de América”

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