Llega la mañana y los botones foliares de la ceiba me anuncian la fecundidad del verano.
Me imagino el verdor y el fucsia revelarse al cielo gris.
Mi rostro se llena de esperanzas y nuevos anhelos... pero, no estás a mi lado.
El sol se oculta y sus colores embargan mi pecho. Me regocijo, miro lado a lado y vuelvo a suspirar porque no te encuentro.
Listo mis secretos y lecciones aprendidas en busca de tu escucha. Miro el firmamento y pido tu compañía. Pero, nuevamente, no te tengo.
¡Tantos días y semanas!
¡Tantos abrazos y besos postergados!
Fisicamente, hoy, me resultas distante.
Entonces, entrada la noche, el viento sacude las ramas y botones de la ceiba y, con su crepitar, viene a mi el recuerdo de tu perfume primaveral:
Me basta y me alivio.
¿Por qué?
Porque en la asunción del alto pensamiento y la tarea común,
siento tu cálida presencia.
De mis sentimientos.
11/12/2015
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